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¿Cómo ‘Psicosis’ redefinió el cine de terror?

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Previo a la década de 1960, el cine de terror en Hollywood seguía un camino esperado, centrado en monstruos clásicos como Drácula, Frankenstein o el Hombre Lobo. Aunque algunas obras como La semilla del diablo o La invasión de los ladrones de cuerpos comenzaban a adentrarse en temas psicológicos, predominaban las tramas góticas y sobrenaturales, con escenarios sombríos y atmósferas poco naturales. El público asumía un acuerdo tácito: el terror era seguro, mantenía su distancia y rara vez se colaba en la vida diaria común.

La llegada de Alfred Hitchcock rompió ese acuerdo tácito. Hasta ese momento, el director británico ya era conocido por su manejo del suspenso y por innovaciones en el lenguaje audiovisual. Sin embargo, ‘Psicosis’ marcó un punto de quiebre, desmantelando convenciones y derribando barreras tanto morales como estilísticas.

La concepción y producción de ‘Psicosis’

Hitchcock se sintió intrigado por la obra del mismo nombre escrita por Robert Bloch, que se basaba en los crímenes cometidos por Ed Gein, un asesino real cuyas acciones causaron un gran impacto en los Estados Unidos. Decidió llevar esta historia al cine a pesar de la oposición del estudio, que consideraba la trama demasiado cruda y peligrosa. Para sortear las limitaciones impuestas por la censura y disminuir los gastos, Hitchcock eligió filmar en blanco y negro utilizando el equipo de televisión de su serie Alfred Hitchcock Presents. Esta aproximación «sencilla» brindó un realismo casi documental que aumentó la incomodidad de la audiencia.

El filme representó una innovación asimismo en cuanto a marketing. Hitchcock estableció reglas rigurosas para preservar el secreto del argumento, impidiendo el ingreso después de que comenzara la proyección y solicitando total discreción sobre el final. La sensación de enigma y anticipación influyó de manera crucial en su éxito.

Innovaciones narrativas y técnicas que redefinieron el género

‘Psicosis’ revolucionó las bases del cine de terror a través de diversas innovaciones:

Cambio sorprendente de protagonista: Janet Leigh, actriz reconocida, domina la primera mitad de la película. Su personaje, Marion Crane, es brutalmente asesinado en la célebre escena de la ducha, desarticulando las expectativas narrativas clásicas y sumiendo al público en la incertidumbre.

Uso de la violencia visual y psicológica: aunque la escena de la ducha apenas muestra el cuchillo penetrando la carne, el montaje frenético compuesto por 78 planos en 45 segundos, el sonido de las cuchilladas y el icónico tema de Bernard Herrmann construyen una secuencia visceralmente aterradora. Hitchcock demuestra que el verdadero terror reside en lo sugerido, no en lo explícito, activando la imaginación colectiva.

Profundización en patologías mentales: Norman Bates, interpretado magistralmente por Anthony Perkins, representa una ruptura con el monstruo tradicional. La locura y el horror surgen, esta vez, de lo común y cotidiano: un joven tímido, aparentemente inofensivo, capaz de atrocidades extremas debido a un trastorno de personalidad múltiple. Este giro desplaza el miedo a la esfera psíquica e íntima, abriendo nuevos caminos temáticos.

Avances en edición y música: la edición del filme, liderada por George Tomasini, es un ejemplo de gestión de ritmo y suspense. La música de Bernard Herrmann, con sus violines estridentes en la escena del baño, se transformó en un elemento sonoro repetido en el cine de terror, copiado y parodiado hasta hoy.

El impacto en la audiencia y la cultura popular

‘Psicosis’ provocó un efecto instantáneo y duradero en el público. Las alarmas sociales tras su estreno se centraron en la angustia de los espectadores, la ansiedad provocada por la aparente vulnerabilidad de los espacios cotidianos como el baño, y la introducción del terror psicológico en la esfera doméstica. El cine de terror jamás volvió a eludir la posibilidad de la amenaza interna, arraigada en trastornos mentales o secretos familiares.

La película fue éxito comercial abrumador: costó alrededor de 800.000 dólares y recaudó más de 32 millones solo en Estados Unidos. Su popularidad catapultó a Norman Bates como figura icónica, inspirando innumerables imitaciones y parodias. Manifestaciones de su impacto abundan: desde referencias directas en series animadas como Los Simpson, hasta homenajes y reelaboraciones por parte de cineastas de la talla de Brian De Palma (Vestida para matar), David Lynch o Gus Van Sant (quien rodó un remake plano a plano en 1998).

El legado de ‘Psicosis’ dentro del género

‘Psicosis’ fundó las bases del subgénero slasher, anticipando títulos como Halloween (1978) de John Carpenter o Viernes 13 (1980). Estableció la posibilidad de matar al personaje principal a mitad de la historia, shockeando a las audiencias. Además, legitimó el terror psicológico y elevó el género, hasta entonces despreciado como entretenimiento menor, a una categoría digna de análisis crítico por parte de académicos y expertos.

El Motel Bates y la mansión gótica adyacente son, desde entonces, arquetipos del espacio terrorífico: lugares eminentemente comunes, trastocados en escenarios de tragedias inimaginables. La secuencia de la ducha, con su violencia fragmentada y su coreografía meticulosa, constituye uno de los momentos más estudiados en la historia del séptimo arte.

Síntesis del fenómeno

El impacto de ‘Psicosis’ trasciende el éxito en taquilla o el fervor del público. Es una obra innovadora que cambió las normas del terror al centrar el miedo en la mente humana y en lo cotidiano, utilizando técnicas innovadoras y una estrategia de promoción inédita. La película de Hitchcock no solo redibujó los límites del cine de terror, sino que, con audacia, expuso las raíces de nuestros temores más profundos. Su influencia se extiende hasta hoy, como un referente ineludible y un laboratorio creativo para las historias de terror.

Por Otilia Adame Luevano

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